Zamora


El núcleo principal del casco urbano –con una disposición muy alargada y en buena parte rodeado por murallas– se alza sobre una amplia meseta rocosa (la "peña tajada" de la que habla el Romancero Viejo) de 26 a 32 metros de altura, emplazada al borde del río Duero, que la ciñe por el sur, características que le valieron el sobrenombre de "la bien cercada". La altitud supera los 650 msnm.

La ciudad fue fundada a inicios de la Edad del Bronce, siendo posteriormente ocupada durante la Edad de Hierro por el pueblo celta de los vacceos, que la denominaron Ocalam.
El poblamiento se mantuvo durante el Imperio romano. De hecho, con frecuencia se la ha identificado con la importante mansio y civitas de "Ocelo Durii".
La primera referencia documental que se tiene de la ciudad aparece en el Parrochiale Suevum del año 569, en las que se la cita con el nombre de "Senimure", incluida en la diócesis de Asturica, perteneciente al Reino Suevo
El periodo comprendido entre los siglos X y XIII es el de mayor relevancia de Zamora dentro del contexto hispánico. La Batalla de Simancas (939) dio a los cristianos el control de los valles del Duero y del Tormes, convirtiéndose la capital zamorana en una de las principales plazas fuertes que aseguraban la frontera. Su importancia fue decayendo a partir de la Batalla de las Navas de Tolosa (1212), que abrió el sur peninsular a los reinos cristianos, perdiendo con ello Zamora su trascendencia estratégica.
"Zamora la bien cercada" la llamó Fernando I de León y Castilla, el Magno. Este monarca la reconstruyó en 1055, la repobló con montañeses y la amuralló nuevamente, para cedérsela luego a su hija Doña Urraca. Su posición privilegiada la hizo objeto de disputa entre los divididos reinos cristianos.
Durante uno de los cercos a la ciudad sucedió un hecho notable que se perpetuó en el romancero español: la muerte por sorpresa, a manos del noble zamorano Vellido Dolfos, del rey Sancho II cuando éste intentaba tomar la ciudad gobernada por su hermana. La posibilidad de que el inductor hubiera sido el principal beneficiado (el rey Alfonso VI, quien había sido encarcelado por Sancho II, su hermano), es la que, según los cantares de gesta, habría provocado que uno de los nobles castellanos presentes en el asedio, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, le hiciera jurar no haber participado en la muerte de su hermano (la jura de Santa Gadea, Burgos).
Tanto el arrojo de Vellido como el atrevimiento de Rodrigo han pasado a ser tópicos literarios y hasta coloquiales, así como la bravura de la ciudad durante el asedio, inmortalizada en el dicho No se ganó Zamora en una hora. En el lugar en el que, según la tradición, fue asesinado el soberano Sancho II por Vellido Dolfos, se encuentra situado un tosco monumento rematado en cruz y denominado Cruz del Rey Don Sancho.
Otro hito en la historia de la ciudad fue la conferencia de paz entre el rey Alfonso VII de León y Castilla y Afonso Henriques, rey de Portugal. Como resultado, el 5 de octubre de 1143 fue reconocida la independencia del nuevo reino, que quedó reflejada en el Tratado de Zamora, que marca de manera oficial el nacimiento de Portugal como estado independiente. Alfonso VII reconoció como monarca a Afonso Henriques por su deseo de ser emperador y necesitar, por tanto, reyes que fueran sus vasallos, aunque una vez logrado el reconocimiento, el portugués siguió una línea de completa autonomía.
La importancia de Zamora entre las ciudades de la Corona de Castilla en la Baja Edad Media quedó manifestada por su voto en las Cortes de Castilla, condición que sólo disfrutaban diecisiete (a las que posteriormente se añadió Granada). La extensión de la representación de los procuradores zamoranos era extraordinaria, pues incluía el territorio gallego, en el que ninguna ciudad tenía voto.

SU NOMBRE

Es de origen incierto. Para unos, su primera denominación sería romana, siendo citada en elItinerario de Antonino” con el nombre Ocellum Duri (Ojito del Duero), del que, por una especie de acrónimo (ce-m-uri), resultaría el nombre actual. Su origen, por tanto, se vincula con las clásicas mansiones que flanqueaban las calzadas romanas de la época, en este caso la Vía de la Plata.
En 569, en plena época visigoda, aparece citado el enclave con el nombre de Semure, pasando a denominarse Azemur (olivar silvestre) o Semurah (ciudad de las turquesas) durante la dominación musulmana. Después de la Reconquista, en torno al año 754, por parte del rey Alfonso I de Asturias y tras ser reconstruida y repoblada por el rey Fernando I de León (1010-1065) en el siglo XI, pasa a denominarse Zamora.

LA SEÑA BERMEJA

La bandera de la provincia de Zamora, conocida como la Seña Bermeja, y que también lo es de la ciudad de Zamora, se compone de ocho tiras rojas que representan las ocho victorias obtenidas por Viriato sobre diversos pretores y cónsules romanos, y una banda verde esmeralda; banda que Fernando V de Castilla colgaba sobre su hombro y que colocó coronando la Seña Bermeja, en recompensa y reconocimiento de los auxilios prestados en la Batalla de Toro, que tuvo lugar en la vega de Toro, cerca de Peleagonzalo, en marzo de 1476.

¿QUÉ VER?

El casco antiguo y las dos ampliaciones están rodeados por una muralla de la que aún se conservan muchos tramos, algunos de forma continua. Merece la pena deambular tranquilamente por las angostas calles de esta zona donde se ubica un amplio número de iglesias románicas, siendo la ciudad que más iglesias tiene en este estilo.

Cabe destacar entre ellas:

LA CATEDRAL

Tradicionalmente se ha admitido que la fábrica se alzó de un solo tirón en tan sólo 23 años (1151-1174).
Su planta es de cruz latina con tres naves de cuatro tramos, las laterales con bóveda de arista capialzada y la central de crucería simple, que terminaban en tres ábsides. Los tres ábsides que tenía en origen fueron sustituidos por una cabecera gótica en el siglo XVI.  Sobre el crucero, apoyado internamente sobre pechinas, se alza el cimborrio.

El cimborrio

Es un tambor perforado por 16 ventanas sobre el que se elevan las dos cúpulas, una interna semicircular gallonada, y otra externa, ligeramente apuntada,  de gallones revestidos con escamas de piedra, de clara influencia bizantina. El exterior se ameniza con cuatro cupulines que sirven para reforzar las esquinas y cuatro frontones hacia los puntos cardinales que apuntalan la bóveda.
Dicho cimborrio es el elemento más llamativo, bello y original del templo, y un verdadero símbolo de la ciudad.
La construcción de la catedral se atribuye al obispo Esteban, sucesor de Bernardo, levantada seguramente sobre el local de la anterior, en lo mejor de la ciudad, junto al castillo, y patrocinada por Alfonso VII el Emperador y su hermana, la infanta-reina Sancha Raimúndez.
De «obra genial sin paralelo en la arquitectura medieval» la calificó el historiador José Ángel Rivera de las Heras, quien añade que se convirtió en «cabeza de serie de obras semejantes en la Catedral Vieja de Salamanca, la Colegiata de Toro o la sala capitular de la seo de Plasencia», singular grupo que fue denominado por el historiador Manuel Gómez-Moreno como “cimborrios bizantino-leoneses”.

El coro

Hay que destacar también el coro, que fue construido entre 1512 y 1516 por Juan de Bruselas. La sillería del coro destaca por la abundancia de temas de carácter profano: escenas basadas en fábulas, proverbios, refranes, mitología y también de la vida cotidiana.

Portada del Obispo

La Portada del Obispo es la única que se mantiene completa de las tres originales. Es junto al cimborrio la pieza más valiosa de todo lo románico de la Catedral de Zamora constituyendo un ejemplo de decoración arquitectónica, sin apenas escultura.
Se divide en tres calles que a su vez están divididas en dos pisos, los inferiores contienen sendos arquillos con lo mejor de la escultura románica zamorana, uno, con San Juan y San Pablo y otro con una Virgen Theotokos. En el siguiente piso sólo aparece una arquería ciega.
Rematando todo el conjunto se yerguen sobre los estribos y las dos pilastras acanaladas, que recorren la fachada, tres arcos ligeramente apuntados que conforman el remate del hastial.

Capilla de San Bernardo

Fue fundada a mediados del siglo XIV por el obispo Alfonso Fernández de Valencia que era bisnieto de los reyes Alfonso X y Sancho IV de Castilla con el propósito de destinarla a panteón privado. Dicho prelado falleció en 1365 y fue sepultado en ella, y el día 10 de enero de 1421 el patronato de la capilla fue concedido por el cabildo catedralicio al Mariscal de Castilla, Juan de Valencia, sobrino carnal del obispo fundador.
En la capilla se venera desde 1835 la imagen del Cristo de las Injurias, que llegó a la catedral, procedente del desaparecido monasterio de San Jerónimo de Zamora, durante la Desamortización de Mendizábal. Y durante la Guerra de la Independencia Española dicha imagen estuvo a punto de ser quemada por los soldados franceses, aunque fue rescatada por el canónigo Martín Pérez de Tejeda.
Esta imagen, muy querida en Zamora, procesiona el Miércoles Santos al atardecer en medio de un impresionante silencio.

El Museo Catedralicio

Fue inaugurado en 1926 con el objetivo de albergar obras procedentes tanto de la propia Catedral como de otras parroquias de la diócesis, con el objeto de ser mostradas al público. El museo experimentó una importante remodelación con motivo de la celebración de Las Edades del Hombre en 2001. Desde el 2005 la visita se realiza de forma conjunta al museo y la Catedral, lo que ha repercutido en un aumento del número de visitantes.
Sin duda alguna el principal atractivo del Museo es la colección de tapices franco-flamencos de los siglos XV y XVI, compuesta por una veintena de piezas, tan importante como escasamente conocida. Consta de las series La viña y La historia de Alejandro (ambas de Arras, del siglo XV), la dedicada a la Guerra de Troya, tejida en Tournai hacia 1470, y de la que la seo zamorana dispone de 4 de los 11 paños de que constaba inicialmente (donada a la catedral zamorana en 1608 por el sexto Conde de Alba de Liste, don Antonio Enríquez de Guzmán); y la de Aníbal, realizada en Bruselas alrededor de 1570 (5 tapices de los 8 originales). Sobresale asimismo el tapiz Tarquino Prisco, obra de los talleres de Tournai del último tercio del siglo XV, y una de las piezas más importantes en su género a nivel mundial.

SAN CIPRIANO

Ubicada en uno de los mejores miradores de la ciudad, es una de las iglesias más antiguas de Zamora.
De finales del siglo XI y reconstruida durante los siglos XIII, XIV y XVIII, algunos autores destacan su alto componente de especialidad y exclusividad.
Tres ábsides rectangulares en la cabecera y la decoración de los capiteles del interior caracterizan un templo románico en el que también se llevaron a cabo bastantes reformas posteriores.
La antigua planta basilical se sustituyó por una sola nave de cabecera plana muy amplia y algunas capillas añadidas, conservando la triple cabecera recta propia del románico zamorano. La cabecera es la original y en ella hay numerosos relieves procedentes de un templo desaparecido, haciéndose notar la ventana de la capilla del Evangelio y tiene tres capillas cuadradas, siendo la central más amplia que las laterales.
La fachada sur, la única original, es de mediados del siglo XII y su portada es muy sencilla. En este costado se levanta la torre y, junto a ella, una portada formada por tres arquivoltas semicirculares. Al sur se conservan numerosas piezas del templo primitivo como una sirena, un herrero llamado Bermudo trabajando sobre el yunque, San Pedro con bonete y la correspondiente llave, un crismón, un monstruo de siete cabezas y la escena de Daniel en el foso de
los leones. La decoración exterior se completa con los habituales modillones con figuras humanas y restos del ajedrezado en el alero. Debido al desgaste de la piedra no se descifran bien las escenas que se representan.
En el interior se aprecian tres naves reformadas en el siglo XIII. Cuenta con varios capiteles interesantes, tanto figurativos como historiados, como es el caso de la capilla mayor. Los temas de los capiteles son vegetales, escenas bíblicas como la Adoración de los Reyes o la Expulsión del Paraíso.
Esta iglesia fue declarada Monumento Nacional en 1931.


SANTA MARÍA MAGDALENA

Se construyó entre los siglos XII y XIII y es de las pocas iglesias zamoranas que poseen una única nave muy elevada con planta basilical, que le confieren elegancia y sentido ascensional, y cuenta con una torre a los pies y con un cabecero semicircular que alberga la capilla mayor.
Su edificación se llevó a cabo en dos fases: en la primera se abovedó toda la nave y en la segunda, tras el derrumbe de la bóveda, se re en la primera se abovedó toda la nave y en la segunda, tras el derrumbe de la bóveda, se rehízo la parte superior del muro sur, de ahí las ventanas casi góticas y la cubrición de la nave con madera., que aún se conserva excepto en la cabecera.
En su interior destaca un sepulcro románico de una dama desconocida que se atribuye a la reina Doña Urraca de Portugal, primera mujer de Fernando II, cuya figura yacente aparece empotrada en el muro con dos ángeles que llevan su alma al paraíso.
Y en el exterior, merece contemplarse la portada de su fachada meridional con decoración vegetal que representa el paraíso celestial. Como curiosidad se dice que la iglesia de María Magdalena tiene la leyenda popular en la que si no ves al obispo labrado en su puerta meridional no te casas.
Se sabe que en periodos medievales hizo de hospital perteneciente a la Orden de San Juan y fue declarada Monumento Nacional en 1910.

SANTA MARÍA LA NUEVA

Construida a comienzos del siglo XII, fue  quemada durante el motín de la Trucha en 1158 y reedificada por orden del rey en torno a 1200.

«Los plebeyos apoyaron al hijo de un zapatero que se resistió ante el despensero de un noble que quería arrebatarle una trucha que había adquirido en el mercado. Antes de que decidieran el castigo, los campesinos le prendieron fuego a la iglesia estando los nobles dentro. El rey ordenó reconstruir la Iglesia a cambio de no tomar represalias contra ellos.»

Conserva en traza románica el ábside y el muro meridional primitivos, siendo del tardorrománico la reconstrucción posterior. La disposición original de tres naves fue sustituida durante la reforma por un espacio unificado con grandes arcos fajones. En el muro norte del primer tramo de la nave se conserva la hendidura por la que, según la tradición, salieron las Sagradas Formas para alojarse en el Beaterio de Las Dueñas en el momento del incendio del Motín de la Trucha.

De su exterior se conserva la cabecera y destaca su ábside semicilíndrico, decorado con siete arcos sobre columnas con delgados fustes.
En su interior destaca una pila bautismal del XIII con relieves del bautismo de Cristo. Y la magnífica imagen de Cristo Yacente, obra de Francisco Fermín, del XVII, que procesiona en la noche del Jueves Santo.
En 1959 se descubrieron unas pinturas murales de estilo lineal, que se catalogan en el naturalismo gótico.
Fue declarada Bien de Interés Cultural en 1945.

SANTO TOMÉ

Estamos frente a un edificio erigido seguramente en los primeros años del siglo XII.
Se trata de un templo de origen monástico. Tras múltiples reformas y destrucciones, debemos fijarnos en la cabecera de tres ábsides planos. Seguramente el templo tenía también tres naves.
En esta iglesia tan primitiva se funde la tradición hispánica prerrománica de ábsides con testero plano y el románico pleno del Camino de Santiago, con su rica escultura y el taqueado.
En el interior de la iglesia, actualmente no dedicada al culto y habilitado para museo y visitas culturales, se aprecia un espacio reformado diáfano en el cuerpo del templo y una impecable perspectiva de la citada cabecera.
Los arcos triunfales son ligeramente de herradura, lo que confirma su antigüedad y los resabios conservados de etapas prerrománicas anteriores.
Desde el punto de vista escultórico lo más destacable son los capiteles del ábside septentrional, donde aparece una escena doble de la Adoración de los Magos (se repiten los reyes magos en la misma escena a ambos lados del capitel) y también de pastores.

SAN CLAUDIO DE OLIVARES

Se ubica extramuros, al sur del castillo y la catedral y muy próxima a las agua del Duero que a lo largo de la historia la ha inundado en diversas ocasiones.
Se trata de un templo de la segunda mitad del XII, con una nave rectangular y una ancha y no demasiado alta cabecera de ábside semicircular.
Exteriormente, además del aspecto general del edificio, sobresale la corona de canecillos del ábside donde aparecen -maltrechos por el desgaste- numerosos canecillos figurados, entre los que no faltan escenas de tareas agrícolas propias de un mensuario.

La puerta, que se encuentra en el lado norte es otro de los valores de la iglesia, con una arquivolta repleta de figuración animalística y escenas iconográficas bastante estropeadas.
Con todo, es el interior de la cabecera lo más delicioso de este buen templo zamorano.
En los capiteles de las columnas hay esculpidos numerosos animales del bestiario fantástico, entre los que destaca el famoso capitel de la pareja de centauros con arco y lanza respectivamente y una sirena en uno de los costados. También hay leones, grifos, sirenas ave, etc. Hay una escena historiada interesante, la de Sansón desquijando al león.
En todos ellos trabajó un artista o taller que caracteriza sus esculturas por lo voluminoso de las figuras y por uno típicos rostros de pelo con raya central, ojos saltones y larga y redondeada barbilla.

SANTIAGO EL VIEJO O DE LOS CABALLEROS

Se trata de una de las iglesias más interesantes y misteriosas de toda Zamora. Se construyó en el XI.
Recibe la denominación de Santiago  de los Caballeros por asegurarse que en ella, tras velar sus armas, fue armado caballero el Cid Campeador por el rey Fernando I. Así, en el Romancero se dice:

Afuera, afuera, Rodrigo,
el soberbio castellano
acordásete debría
de aquel buen tiempo pasado
cuando fuiste caballero
en el altar de Santiago,
cuando el rey fue tu padrino,
tú, Rodrigo, el ahijado.

No muy alejada de San Claudio de Olivares, es una pequeña iglesia extramuros. El aspecto exterior es de suma modestia, con apariencia de fábrica de mampostería y sillares desalineados, aunque probablemente este desmañado aspecto se deba a un hundimiento y posteriores obras de reconstrucción (tal extremo se aprecia en el recrecimiento que ha acabado con casi todos los canecillos
Su planta es de una pequeña nave con cabecera constituida por ábside semicircular y muy corto presbiterio. A pesar de su apariencia de ermita rural tardía, estamos ante otra de las iglesias más antiguas del románico zamorano.
Es magnífico interior de su cabecera, con arco triunfal de gran monumentalidad y magníficos capiteles. En efecto, dicho arco está formado por varias arquivoltas en degradación -como una gran portada- de medio punto.
En la terna de capiteles de cada laso se pueden ver escenas de gran complejidad. En los casos más sencillos se adivinan aves, leones, dos personajes con una serpiente (quizás Adán y Eva) etc.
Existen columnas en la nave que pudieron recibir los fajones de una desaparecida bóveda pétrea de medio cañón, Tiene sendos capiteles muy voluminosos y de compleja iconografía. Presentan numerosos animales y personas amontonados en escorzos y extrañas posturas, que han sido asociadas al infierno o al pecado de la lujuria.

SAN JUAN DE PUERTANUEVA

Se encuentra ubicada en un lateral de la Plaza Mayor. La denominación se debe a San Juan Bautista y de Puerta Nueva  porque allí estaba una puerta en la muralla que cerraba la ciudad. Data de mediados del siglo XII.
Este templo ha sido uno de los más alterados por derribos y reconstrucciones, desde el siglo XVI al XVIII, por lo que ha perdido su fisionomía original tanto al exterior como en el interior.
Sin embargo, la fachada meridional se conserva bien, por fortuna, ya que es verdaderamente espléndida y singular, tanto por su belleza como originalidad. La gran portada se articula mediante tres anchas y grandes arquivoltas abocinadas y decoradas con grandes flores que apoyan sobre parejas de columnas geminadas.
El conjunto es rodeado por dos altas columnas que llegan hasta el tejaroz soportado por canecillos. Entre éste y la puerta hay un rosetón, que es considerado como el más bello de Zamora y símbolo de la ciudad. Tiene forma de rueda de carro con columnillas radiales que terminan en marco circular con la cruz de Malta calada.
En 1961 se catalogó como Monumento Histórico. En una de sus esquinas, ya en el exterior, se puede encontrar una moderna estatua dedicada al Merlú, personajes muy entrañables en nuestra Semana Santa; obra del escultor zamorano Antonio Pedrero Yéboles, que se erigió en 1996.

SANTIAGO DEL BURGO

Este templo románico data de la segunda mitad del siglo XII;  tiene planta basilical de tres naves rematadas en cabecera con tres ábsides planos, de tradición zamorana.
Su exterior se encuentra salpicado de grandes portadas de contrastada belleza.
Tiene tres, en los costados meridional y septentrional, además de la que se halla en el hastial occidental.
La puerta del muro meridional es conocido por su pinjante, mientras que la fachada occidental destaca por la belleza de los lóbulos de sus tres arquivoltas.
El interior transmite una gran sensación de medievalidad, por su tamizada oscuridad y el equilibrio de formas. Es destacable la altura de la nave central.
Los apoyos están constituidos por pilares cuadrados sobre plintos y semicolumnas embebidas a cada una de las caras. Los capiteles pertenecen a dos escuelas, aunque en general ambos tipos inciden en la temática vegetal.

SAN ILDEFONSO

Levantada sobre la iglesia visigoda de Santa Leocadia a finales del siglo XII, por Fernando I, guarda los restos de San Ildefonso, padre de la Iglesia Latina y de San Atilano, primer obispo de Zamora.
En los siglos XII y XII fue ampliada y reformada en el mismo estilo, siendo en el XV cuando sufre modificaciones que dejaron poco de su estilo románico: la fachada sur con su magnífica portada, el ábside central y la portada norte, ahora detrás de actual neoclásica

También se cambió su planta original que pasó de tres naves con sus ábsides a una sola cubierta con bóveda de crucería y un ábside semicircular, para lo que fue necesario añadirle arbotantes.
La portada principal es barroca, del XVIII y la torre, de origen románico fue alterada con elementos barrocos.
En el interior podemos destacar la Capilla de la Inmaculada, mandada construir en 1678 en estilo barroco como panteón y un tríptico flamenco del XVI que se conserva en la sacristía.
En el año 1500 se declaró Iglesia Arciprestal y en 1974 se la declaró Monumento Nacional.

SAN VICENTE

Esta iglesia muestra elementos de interés, como son  su espigada torre campanario y su preciosa portada occidental, que  fueron declaradas Monumento Nacional en 1961. La Iglesia se edificó a finales del siglo XII, o principios del XIII.
La torre tiene varios pisos separados por molduras horizontales y tres de ellos, los superiores,  tienen troneras de arcos agudos en número ascendente de 1 a 3 a media que subimos.

SANTA MARÍA DE HORTA

Es un templo muy tardío, posiblemente de las primeras décadas del siglo XIII. Son notables su ábside y sus portadas. Tampoco defrauda su interior aunque se aprecia ya que estamos ante un edificio tardío.


En la ARQUITECTURA CIVIL nos ofrece algunos edificios singulares que comentaremos más adelante, pero antes queremos llamar la atención sobre el modernismo en Zamora, que merece un apartado especial.


La arquitectura modernista zamorana colaboró en la renovación de la ciudad histórica, pues no se desarrolló ni en ensanches ni en zonas periféricas, sino que se encuentra en su mismo corazón. De este modo, los arquitectos modernistas contribuyeron a que la vieja Zamora, dominada hasta entonces por los recios muros de conventos y antiguas casonas, diera paso desde finales del siglo XIX a una elegante localidad burguesa, de calles más ordenadas, de plazas acogedoras y llena de hermosos edificios donde vivir.
Esto ha permitido la inclusión de Zamora en el exclusivo grupo de municipios que forman la Ruta Europea del Modernismo, debido a que el Modernismo zamorano está al nivel del que encontramos en las grandes capitales europeas.
Como en ellas, en Zamora fue un estilo netamente burgués y se caracterizó por las abundantes líneas curvas, por la combinación de materiales, por el interés por los contrastes de color, por el alejamiento de la proporción y de la simetría y por la preferencia por la decoración animal y vegetal.
Para verlo puedes pasear con calma por la zona que comienza en la Plaza Mayor y continúa por la Renova plaza de Sagasta y Santa Clara, principalmente. Aquí se concentran la mayoría de los 19  edificios modernistas construidos entre 1875 y 1930.

Ahora te proponemos otras construcciones de interés, para que elijas y disfrutes de ellos.

EL PALACIO DE LOS CONDES DE ALBA DE LISTE

El primer conde de Alba de Liste, Enrique Enríquez de Mendoza, hizo construir el edificio en 1459 como vivienda de su familia. Empleó para ello el solar que ocupaba la ocupaba la alcazaba musulmana. Tras tres décadas el edificio del palacio sufrió las consecuencias de las guerras comuneras, de esta forma el IV Conde de los Alba de Liste: Enrique Enríquez de Guzmán, se dedicó a reformarlo.
En el año 1653 el edificio sufrió un incendio de grandes dimensiones que deterioró parte de su estructura, iniciando así largos periodos de abandono. En 1797 cambia de dueño, siendo comprado por el Duque de Frías y Breza, y siendo destinado un año después a correccional de mujeres y de recogida de niños expósitos, siendo denominado como la Real Casa Hospicio de Zamora.
Fue remodelado como Parador de Turismo en 1966, realizando importantes modificaciones a su estructura y organización con el objeto de convertirlo en un Hotel.
Sorprende el contraste entre la sobriedad de su exterior, de recia sillería y predominio de líneas rectas, y la elegante y fina silueta de su patio interior.

El patio interior

Es de planta cuadrada y en el medio se encuentra un pozo. Muestra una mezcla de estilos que va entre el renacimiento y el gótico y se articula en torno a una doble galería cerrada de arcos carpaneles.
Las columnas del patio poseen en sus enjutas medallones con los héroes del Antiguo Testamento, en el piso inferior y escudos de la nobleza, en el superior. El conjunto se remata con una leve cornisa floral de tradición gótica.
Ambas plantas se comunican entre sí por medio de una suntuosa escalera de piedra, que se abre bajo dos arcos escarzano sobre columnas, con decoración de origen lombardo en capiteles y pasamanos.

EL PALACIO DE LOS MOMOS

Es un edificio renacentista, aunque con una profusa decoración con elementos propios aún del gótico isabelino, como escudos, bolas, cadenas o motivos florales, zoomorfos y humanos.
El edificio lo mandó edificar Pedro Rodríguez de Ledesma, comendador de Peñausende, caballero de la Orden de Santiago y regidor de Zamora. Durante un tiempo se llamó Casa de los Sanabria.
Fue usado como mesón y casa de arrieros y hubo un proyecto, en1931, para haberlo convertido en hotel de lujo, pero no prosperó. En la actualidad alberga la Audiencia Provincial, por lo que es conocido también como Palacio de Justicia.
Del edificio original, que se comenzó a edificar a finales del siglo XV, sólo se conserva la fachada, de la que falta además el remate, puesto que el resto se vino abajo en el reinado de Carlos II.
La fachada, hecha de piedra arenisca tiene dos pisos, concentrándose la decoración y el mayor número de ventanas en el superior. El bajo abre dos puertas, descentradas con respecto al eje; la principal, con arco de medio punto de grandes dovelas, adorna su perfil inferior con un baquetoncillo, flores y aspas, tal vez éstas por ser motivo heráldico del primer cuartel del escudo principal que corresponde, según Fernández Duro, a los apellidos Sanabria. Todo queda dentro de un alfiz quebrado que arranca más o menos de la altura de los salmeres del arco (las dovelas de los extremos, llamadas también dovelas basales). En las enjutas hay dos escudos lisos y en lo alto uno cartelado de grandes proporciones coronando la portada, sostenido por dos salvajes desnudos de diferente sexo.
Las ventanas altas son casi todas iguales entre sí y todas ellas tienen mainel o parteluz, en el que apean los arquillos, que fueron lobulados y actualmente son gemelos de medio punto. De las cinco, cuatro quedan inscritas en un alfiz rectangular con cardinas y sólo la de la izquierda queda cobijada por uno finalizado en arco conopial; además de la hojarasca gótica que también aparece en las otras, luce sobre ellos unos niños luchando y dos torpes bustos en el pretil, de cuyo reborde superior nace una imposta que subdivide toda la fachada, siguiendo los gustos del gótico de los Reyes Católicos.
Otros motivos ornamentales de estas ventanas son dragones y extraños animales. Las del cuerpo bajo son más sencillas. Tienen alfiz decorado con pomas o bolitas, y finalizado en conopio con venera en el centro, corriendo a todo lo largo por debajo una cadena labrada en la piedra que nace de las cabezas de león, no constando si es en virtud de algún privilegio concreto o si es mera decoración para subdividir la superficie, a lo que tan dados eran los decoradores hispano-flamencos.
Su fachada fue declarada Monumento Nacional el 14 de noviembre de 1922.

LA CIUDAD

Pero tienes que perderte por las calles del casco histórico para saborear sus rincones, plazas o miradores sobre el Duero. En ese caminar te encuentras diversas esculturas, varias de ellas íntimamente relacionadas con la Semana Santa, como son el Barandales, el Merlú o el monumento a D. Ramón Álvarez.
Entre sus plazas destacan la Plaza Mayor y la Plaza de Viriato, con una escultura del caudillo lusitano que tuvo en jaque a las legiones romanas. Ambas albergan diversos edificios de interés.
Además puedes visitar el castillo y su magnífico parque, con una muestra de las obras de zamorano Baltasar Lobo, el puente medieval, las aceñas de Olivares, el Mercado de Abastos.
Y para cuando vuelvas no te olvides de visitar el Museo de Semana Santa y el Museo Etnográfico, donde se exhiben diversos grupos escultóricos o imágenes de la Semana Santa, en el primero, mientras que en el segundo se muestran objetos diversos de carácter etnográfico, o sea  lo concerniente a la vida tradicional de las personas que habitaron estas zonas a través de los tiempos, teniendo en cuenta la religión, los mitos, las fiestas, el tiempo meteorológico, los enseres utilizados, los lugares habitados, los trajes utilizados, etc.

LAS ACEÑAS DE OLIVARES

Constituyen un conjunto de molinos de origen medieval que fueron la primera industria de la ciudad. Se levantaron hasta siete ruedas para la molienda del trigo con sus correspondientes presas o azudes.
Estas instalaciones, entre los siglos X y XII pasaron a ser propiedad de la iglesia y así se mantuvieron hasta la desamortización de Mendizábal
A lo largo del tiempo han sufrido diversas reconstrucciones, hasta que en el siglo XIX, perdieron el uso molinero que se le venía dando.

Después de una rigurosa y muy minuciosa restauración, las Aceñas fueron inauguradas en julio de 2008. Gracias a ello, no sólo se ha recuperado su arquitectura, las tres aceñas, e ingenios que ya de por sí justifican una visita, sino también brinda ahora la oportunidad a los visitantes y habitantes de caminar sobre el Duero, escuchar su fuerza, y disfrutar de sus vistas.
En la primera aceña, completamente reconstruida, se ubica la recepción de visitantes,
mientras que en cada una de las otras tres aceñas se ha reconstruido un martillo pilón, un batán y un molino respectivamente.
La parte de arriba se ha dedicado casi exclusivamente a museos.
En la primera de ellas, conocida como “La Primera”, se enseña la importancia de los ríos como origen de las civilizaciones, el nacimiento de Zamora, las noticias más antiguas de las Aceñas de Olivares y los rudimentos de la tecnología molinera.
En la segunda, llamada “La Manca”, se abordan los recursos económicos aportados por el río, la ciudad en la Edad Media, los diferentes tipos de molinos hidráulicos y el organigrama social y de trabajo en las Aceñas.
En la última, “La Rubisca”, se explica el devenir de Zamora en el Siglo de Oro y la evolución de las Aceñas y el barrio de Olivares hasta el siglo XX.

EL PUENTE DE PIEDRA

Por su situación en la Vía de la Plata, fue un importante lugar de paso del río Duero para personas, mercancías y rebaños trashumantes. Fue terminado de construir a comienzos del siglo XIII, y reformado posteriormente en varias ocasiones, es en la actualidad uno de los símbolos más representativos de la ciudad.
El puente es parte de la ruta jacobea de la plata. Históricamente es parte de la calzada romana denominada Iter ab Emerita Asturicam del Itinerario de Antonio. Durante siglos posteriores fue un importante lugar de paso del río Duero. Cierto es que se tiene constancia de la existencia del puente nuevo o románico desde el año 1167, siendo citado en la documentación de la época como "Pontem Novum". Su construcción fue posiblemente finalizada en el siglo XIII. El diseño del puente responde a los criterios constructivos de la época, con arcos apuntados, de los que se conservan en la actualidad quince. Posee elementos arquitectónicos para contrarrestar el empuje del agua en las crecidas, tales como tajamares, espolones, óculos de alivio y arquillos para personas, mercancías y rebaños trashumantes.
De la forma que poseía el puente en el siglo XVI se dispone, al igual que de otras ciudades españolas, un cuadro detallado del pintor y viajero holandés Anton Van den Wyngaerde datado del año 1570 en el que se representa el puente con dos torreones a ambos lados de la orilla.  El cuadro representa, además, un puente con pretiles almenados. A comienzos del siglo XVIII en el chapitel de la torre de la margen izquierda, denominaba de la Gobierna, se ubica una veleta en la cota más elevada de su cubierta (en la actualidad una versión de esta veleta se encuentra en el museo provincial de la ciudad). Las dos torres poseían una altura de tres pisos cada una, y se supone que fueron diseñadas por Juan Antonio Texa. Ambos extremos servían de baluarte de entrada a la ciudad, estando bajo el mando de un alcaide. La función de estas torres era triple, servían como elemento de vigilancia, permitían el control de mercancías y garantizaban el cobro tributario del portazgo.
En intervenciones realizadas a comienzos del siglo XX se modificaron radicalmente muchos elementos ornamentales del puente, se eliminaron las dos torres existentes a ambos lados de la entrada del puente, con el objeto de poder hacerlo más accesible al creciente tráfico rodado.

FESTIVIDADES Y CELEBRACIONES


La Semana Santa

Está declarada de Interés Turístico Internacional desde el año 1986. Destaca por su sobriedad y disciplina, además de por el valor artístico y la antigüedad de varias de sus tallas, como el Cristo del Santísimo Espíritu Santo, que data del


 

siglo XV. La Pasión zamorana cuenta también con grupos escultóricos de Mariano Benlliure, Enrique Pérez Comendador, Quintín de la Torre o Hipólito Pérez Calvo, destacando por encima del resto la producción imaginera del zamorano Ramón Álvarez. Su duración es de algo más de una semana ya que comienza el Viernes de Dolores (el anterior al Domingo de Ramos) y culmina el Domingo de Resurrección.
Cuenta con cofradías de notable antigüedad, varias veces centenarias. La Santa Vera Cruz es la más antigua de la provincia. El documento más antiguo que se conserva de ella es de 1508, aunque se tiene conocimiento de su existencia ya en siglos anteriores. Las cofradías de la Santísima Resurrección, Nuestra Madre de las Angustias y la Cofradía del Santo Entierro datan del s. XV.
En Semana Santa son muy típicas las almendras garrapiñadas, las aceitadas y las sopas de ajo, que se toman en la madrugada del Viernes Santo en las Tres Cruces, durante la estación o descanso de la Cofradía de Jesús Nazareno. El Domingo de Resurrección se toma el dos y pingada, que consiste en dos huevos fritos, dos o tres magras de cerdo pasadas por la sartén (la magra es el jamón serrano a medio curar, o incluso más fresco) y pan.

Ferias y Fiestas de San Pedro

Con una duración de una semana, tienen su punto central el 29 de junio, festividad de San Pedro.


Durante ese tiempo tienen lugar la Feria de la Cerámica, en la Plaza de Viriato y en la adyacente Plaza de Claudio Moyano, la más antigua de las que se celebran en España (desde 1972) la Feria del Ajo, en la Avenida de las Tres Cruces, y hay también exhibiciones culturales diversas, romerías, conciertos de música, toros, y un espectáculo de fuegos artificiales junto al río como cierre.

Romería de la Hiniesta

Desde el año 1100 Zamora tiene por su patrona a la Virgen de La Concha, cuya festividad se celebra el 8 de septiembre. El lunes de Pentecostés de cada año, la Virgen de la Concha va en romería al cercano pueblo (7 kilómetros) de La Hiniesta a ver a "su prima", la Virgen de la Hiniesta, como manda la tradición desde hace más de 700 años.

Romería del Cristo de Valderrey

Cuyo acto central es una procesión presidida por el Cristo gótico que presta su nombre y que es sacado de su ermita para que bendiga los campos, a fin de que traiga un año de lluvias que permita a los agricultores conseguir buenas cosechas. Esta jornada festiva es una tradición zamorana que, desde el año 1720, se celebra el domingo siguiente al de Resurrección.




Un enlace para que veáis la ciudad de Zamora

Zamora: la ciudad de las sorpresas



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